miércoles, 15 de mayo de 2013

Discurso Maria Rey


Buenas tardes, alumnos, familiares, amigos, Sra. Directora y compañeros.

Es la segunda vez que me subo a este escenario para despedir a una promoción de ESPA, aunque es ya la cuarta que pasa por nuestro centro, y eso que parece que fue ayer cuando nos alegrábamos de la importante noticia. Y es un placer inmenso y un gran honor estar aquí hoy con vosotros para compartir esta noche, tan merecida.

En primer lugar, quiero daros las gracias, las gracias por haber aguantado hasta el final y conseguir con ello que todos podamos disfrutar de este momento, que es, sencillamente, emocionante. Y así lo siento porque comparto con vosotros el espíritu de superación que habéis demostrado.

Primero, porque tuvisteis la inquietud (algunos motivada por el trabajo, otros por seguir estudiando o otros quizá por acabar lo que un día no pudo ser) y eso es lo más importante, porque, como decía Woody Allen, “la vida simplemente es aquello que pasa mientras hacemos planes”…) yo siempre digo, cuando me caigo, que, al menos, tenía un plan y que por cada uno de ellos merece la pena caerse una y mil veces.

Después, porque superasteis las barreras sociales, aquellas que escuchamos en algunas personas conformistas sobre las obligaciones que tenemos como padres o parejas o domésticas, entre otras, y que no dejan tiempo a estas cosas de los estudios o lo que es lo mismo a nuestro espacio personal, el que nos hace soñar y crecer; yo misma he experimentado estas barreras y yo misma he caído en esa trampa, pero siempre hay alguien, a veces es una persona viva de esas que escasean, a veces es una muerta, de esas que andan por los libros, o a veces es tu propia conciencia cuando te ves reflejada en alguien. Vosotros formáis parte de ese espejo en el que me he mirado, ya con el consuelo y el aliento que da la complicidad, comprometida con mis planes, con lo que un día quisimos para nosotros.

Y, finalmente, habéis puesto el esfuerzo y el sacrificio para llegar al final –o casi al final-, soportando, y soportándonos, muchos días de trabajo, por eso, yo estoy convencida de que este también ha sido un buen año, y aunque parezca que nos hemos quedado muy pocos, no es verdad, porque yo hoy veo aquí sentados -salvo escasas excepciones- a los alumnos que quisieron de verdad empezar un 15 de septiembre.

En aquella primera sesión de bienvenida en este mismo SUM, y muchas otras veces después, he tratado de dejar claro que esto era una enseñanza reglada y formal y eso implicaba un compromiso serio por nuestra parte y por la vuestra.

El compromiso de los que hoy estáis aquí es patente, espero también que el compromiso por la nuestra también haya sido una realidad para vosotros, pues os puedo asegurar que ha sido grande, y no hablo solo por mí, sino, sobre todo, por los fabulosos compañeros que he tenido este año. Creo que nunca una jefa de estudios tuvo tanta suerte, y me cuesta emplear la palabra “jefa” porque se presenta extraña en este contexto, pues no me han dejado serlo en ningún momento: su rigurosidad en el trabajo no me ha permitido ningún resquicio a la más mínima supervisión, su constancia e implicación han sido extraordinarias y hasta su salud, que de no ser por un aciago accidente, no me deja ni poner un triste día de falta de ausencia; ellos han hecho que mi cargo, lejos del insomnio, sea un camino de rosas; muchas gracias, compañeros.

Os puedo contar que en los cambios de clase y en muchas horas virtuales, siempre hemos tenido vuestros nombres en la boca: “si faltabais a una asignatura”, “ si habíais enviado la tarea”, “si os había pasado algo”, “si os veíamos desconectados”, “si os faltaban unas décimas para el 3,5”… y los consecuentes: “si les hago un resumen”, “si les subo más ejercicios”, “si les hago un documento de repaso para el examen”, “si les pongo las mismas preguntas en el mismo”, “si habré puesto la tarea muy difícil o muy fácil o muy larga o muy corta o con plantilla o sin plantilla”, si, en definitiva, qué puedo hacer para que sigan bien las clases y no se vengan abajo.

Hablando ya por mí, pues de la de mis compañeros no me cabe duda, no sé si mi calidad habrá estado a la altura de mi intención, pues el esfuerzo físico y mental que requiere el nocturno también lo ha sido para mí, y hay días en los que, como decía el poeta, sucede que me canso de ser hombre, pero espero que, a pesar de haberos llevado con la lengua fuera, a pesar de todo lo que solo podía quedar en el aire porque no había tiempo y a pesar de mi seriedad, la lengua y la literatura os haya dejado un espacio de buenos recuerdos y espero que, cuando defendáis vuestras opiniones, os acordéis del texto argumentativo, que cuando se os presenten nuevos héroes -que pocas veces serán magníficos científicos o grandes humanistas- os acordéis de los valores de nuestros viejos héroes nacionales, que cuando, remando con fuerza y con maña, lleguéis a buen puerto, os acordéis de Lázaro de Tormes y, por supuesto, que cuando os veáis perfilando las tildes de un escrito, os acordéis de nuestras clases y de la pesadilla y la pesada de la ortografía.

Por mi parte, os puedo decir que nunca olvidaré a esta primera promoción semipresencial con la que tuve esta nueva experiencia de enseñanza-aprendizaje, totalmente distinta a lo que hasta ahora conocía, un práctica docente que creo que es el futuro y que, como futuro, tenemos que aceptar, aunque eso implique una distancia que no siempre supera la vía virtual.

Tengo que decir, en este sentido, que a los alumnos que habéis estado más conectados sois a los que más hemos podido conocer, comprender y ayudar, y tengo que hacer una especial mención a Emilio (que ha recuperado su nombre original, pues el pobre no ha conseguido que le llamemos Melly), de quien no he podido contar los mensajes, con canciones, presentaciones, dudas y recursos varios que he tenido el placer de recibir.

Sabéis que me hubiera gustado que el contacto en este sentido hubiese sido mayor, he insistido en ello, pero comprendo también que el día a día de muchos de vosotros no deja demasiado tiempo para satisfacer las posibilidades de cada una de nuestras materias y, bien es verdad, que cuando lo habéis necesitado habéis usado esta gran herramienta.

Además, os recordaré también porque es posible que esta sea mi última promoción en el nocturno, pues, tras cuatro años en él, tres como jefa de estudios, mis planes y mis obligaciones –ambas a la vez- me están pidiendo un cambio que me resisto a escuchar, pues, a las barreras antes aludidas, se le suma la difícil decisión de tener que dejar un equipo directivo en el que me siento profesional y personalmente muy gratificada.

Y no menos me cuesta también pensar que dejaría atrás los problemas de un alumnado adulto, la complicidad de saber lo que es la vida, la emoción de cuando una persona llega a preguntar por el nocturno, el trabajo solitario y sosegado de las jefaturas, el frío cerrando esta casa y tantas otras cosas especiales que esta enseñanza encierra.

Por eso, aunque solo sea por lo caminado y la andanza no se quede aquí, quiero dar las gracias:

A Petra, por confiar en mí para el cargo y darme la oportunidad de conocer este mundo, por ser un apoyo en muchos momentos de debilidad y por la generosidad y el compañerismo con el que ha sabido comprenderme.

En segundo lugar, a mis compañeros Tomás, Ana y Encarni, por todo lo que las palabras no pueden decir de ellos y en especial a Tomás, por lo que espero poderle agradecer.

A Gabriel y Eli, los tutores de las Tutoría de Apoyo al Estudio, que aunque no han podido estar aquí esta noche, también han compartido con nosotros esta aventura de la semipresencial.

A nuestras conserjes, que he visto cómo se han preocupado por cada uno de vosotros.

A mis alumnos del nivel I, que han sido verdaderamente entrañables y que me han hecho disfrutar cada día, y a quienes aprovecho para dar públicamente la enhorabuena por el trabajo realizado y ánimo para continuar hasta el final y conseguir lo que esta noche celebramos.


Y, muy especialmente, a los verdaderos protagonista de esta noche, mis alumnos del nivel II, a quienes empecé dando las gracias y a quienes termino agradeciendo la voluntad, el esfuerzo, la paciencia, la comprensión y complicidad de haber estado durante este año en el mismo barco, que no ha sido un barco cualquiera, sino un velero bergantín, un temido bajel pirata, pues con sus diez cañones por banda ha derrotado a no pocos fantasmas y días de cansancio y que ha conseguido, no solo cortar el mar, sino volar, volar con la libertad de quien sabe que ha conseguido por sí mismo un sueño más.


Gracias por escucharme una vez más en este registro formal del que me cuesta escapar, pero cercano, pues en mí siempre tendréis un apoyo para lo que necesitéis.


Y antes de cerrar con las buenas noches, y al igual que hemos querido que vosotros tengáis un recuerdo del centro de este día tan especial y un detalle de agradecimiento de vuestros profesores, he querido que lo tengan también la gran persona que está detrás de todo esto, que es Petra, y quienes me han acompañado en este estupendo año que hoy se acaba, Tomás, Ana y Encarni.


María Rey Carmona,
Profesora del Ámbito de Comunicación (Lengua Castellana y Literatura) y Jefa de Estudios del Nocturno



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